domingo, 17 de noviembre de 2013

Tiempo de cosecha: Reflexiones sobre nuestro estilo de vida

Hay tantas formas de vivir la vida...
Algunas de ellas ni siquiera las podemos imaginar.
A veces nos dejamos absorber tanto por nuestro propio estilo de vida que olvidamos que otras formas de vivir son también válidas o incluso posibles.
Al menos a mi me pasa de vez en cuando.

Adam y yo hemos pasado los últimos meses explorando la increíblemente larga extensión de esta tierra conocida como California. Parece una locura pensar que 1400 km separan Ensenada de Arcata. No parece una distancia tan larga cuando estas viendo el océano pacífico desde la ventana de un vehículo en movimiento y el paisaje cambiante que nos recuerda la constante transformación de nuestras vidas y nuestro mundo.

Nos hemos estado moviendo lentos pero seguros, sin saber exactamente lo que nos espera, pero con fe de que el universo nos provee con lo que necesitamos. Algunos de nuestros planes han tenido resultados decepcionantes, como "La Máquina de Sueños," una van de 1986 que le regalaron a Adam y que tuvimos que dejar en Los Ángeles después de haber puesto energía y dinero en ella porque tenía un problema de transmisión que en ese momento no podíamos arreglar por falta de fondos y tiempo.

Llegamos al condado de Humboldt a principios de octubre.
Todos los años miles de nómadas se reúnen en esta área buscando trabajo temporal, así que no fue gran sorpresa encontrar a mucha familia querida caminando en el mercado de los granjeros o esperando en la cola del baño en la tienda de comidas naturales.

Desde el Rainbow Montana he estado pensando en los muchos estilos de vida alternativos y la forma en que "Babilonia" o la gente que paga impuestos nos percibe. Estar en Arcata durante la temporada de cosecha me hizo pensar aún más en esto y hacerme a mi misma preguntas más profundas sobre la forma en la que estoy viviendo mi vida.

La primera vez que encontré el Rainbow el año pasado en Guatemala, lo percibí como una familia global de viajeros épicos con historias increíbles. Dependiendo más que nada en ayuda mutua, organizándose sin jerarquías, agradeciendo y respetando la naturaleza, este grupo parecía la utopía con la que estuve soñando por mucho tiempo. El encuentro en Guatemala fue muy pequeño, con quizás 300 personas máximo. El encuentro de Palenque fue mucho más grande, probablemente llegando a los 2,000 participantes el 21 de diciembre. Pero el encuentro nacional de Estados Unidos en Montana tuvo más de 10,000 participantes, y fue relativamente pequeño comparado con otros encuentros nacionales de Estados Unidos.

¡Diez mil persona reunidas en el bosque comiendo, defecando y durmiendo gratis! Por supuesto que iban a surgir problemas cuando un fenómeno así alcanza esas dimensiones. Distintas personas tienen distintas intenciones y visiones diferentes para un mundo ideal. Hay muchas ideas diferentes de lo que la familia arcoiris representa. Y por supuesto no es lo mismo viajar en grupos pequeños por pueblos en los que rara vez se ven visitantes que ser parte de un grupo gigantesco que inunda comunidades con indigencia y lo que a veces se percibe como abuso de recursos.

Es una cuestión que discutí con muchas personas cuando estaba viajando sin dinero y ahora el asunto me parece más claro. Entre más gente hace esto, más difícil se vuelve.
Traté de reciclar comida en el mercado de Arcata y pensé que teniendo ocho meses de embrazo,
siendo una buena comunicadora y viéndome limpia me ayudaría a conseguir algunas papas, pero me equivoqué. Los granjeros con los que hablé parecían molestos y me dijeron que nada se desperdiciaba mientras empacaban sus sobras en cajas de cartón que probablemente terminaron en la basura más tarde.

No sé si sea sólo mi perspectiva subjetiva, pero parece que cada día más y más gente escoge voluntariamente la "pobreza", intercambiando seguridad y comodidad por libertad. En Estados Unidos está decisión es facilitada por el desperdicio excesivo de la sociedad y por programas de gobierno como vales de despensa. Porque siendo realistas, la mayoría de los trabajos no son divertidos. Hay algunas personas que tienen la suerte de hacer cosas que les apasionan y recibir dinero a cambio, pero incluso en esos casos muchos de los trabajos soñados son nocivos para el medio ambiente o la sociedad en general. Personalmente, el trabajo que me dejó más dinero mientras trabajé en cine fue un video corporativo manipulador del cual aún me siento un poco culpable.

Mucha gente odia sus trabajos, pero odiarían la incertidumbre aún más. Mucha gente no es tan privilegiada como para poder realmente dejar todo de lado y aún poder alimentar a sus familias y encontrar otras formas de sobrevivir. Pero para los que somos jóvenes y aún tenemos la energía de lidiar con ello, la vida nómada con poco ingreso o sin ingreso es un sueño, aún cuando tiene sus desventajas y sus momentos difíciles, como cualquier otro estilo de vida.

Este grupo de viajeros "libres de hogar," no es una masa homogénea.
Hay jóvenes rebeldes buscando aventura, quienes crecieron muchas veces en hogares temporales donde sufrieron abusos, adictos a todo tipo de sustancias, apasionados por la música y resignados a morir jóvenes. Muchas de estas personas se aceptan a si mismos como lo más bajo de la humanidad y declaran guerra contra la sociedad que los alimenta.
También hay muchos que crecieron relativamente privilegiados, quienes han vivido en carne propia la abundancia artificial que se puede comprar con dinero y que deciden dejar todo esto atrás en búsqueda de una transformación espiritual.
Hay gente que se vuelve indigente contra su voluntad, pero que después de un tiempo aprende a disfrutarlo y seguir en movimiento.
Hay gente que simplemente busca libertad, aunque sea temporal.
Hay gente que son todo tipo de combinaciones de las descripciones simplistas que doy, y gente que toma sus decisiones por razones que no puedo siquiera imaginar o intentar describir.

Pero sea cual sea la razón, cada vez hay más gente que decide dejar de participar en el ciclo de producción maniaca de nuestra sociedad industrializada, pero que aún necesitan consumir recursos para sobrevivir. Y es este punto el cual hace que mucha gente que tiene que trabajar todos los días se siente frustrada y resentida. Lo entiendo. Entiendo completamente como puede parecer injusto. Pero también hay que considerar que es mucho más fácil ver como otra gente nos oprime e ignorar las formas en las que oprimimos a otros.

Una cosa me queda clara: no sólo por tener dinero para pagar por algo significa que lo merezcas más que aquellos que no tienen dinero. Especialmente cuando se trata de comida. Daniel Suelo lo explica muy bien en una de sus entrevistas cuando le preguntan que piensa en los que lo consideran un vividor. Él toma lo que se le ofrece gratuitamente y hay gente que considera eso un abuso. Pero ¿y qué hay de todos aquellos que toman lo que la naturaleza ofrece libremente y lo VENDEN para conseguir ganancias? Explorando el norte de California pasamos muchos pueblos cuya actividad económica principal es la tala de árboles, y Adam siempre me hacía reflexionar sobre aquellos paisajes incompletos preguntándose en voz alta como se verían esas tierras en el pasado, antes de las carreteras, los pueblos y la civilización.

La mayoría de la gente que paga impuestos y trabaja en Arcata parecía detestarnos. Aunque también hubo gente muy amable que nos tendió una mano amiga. Una viejita que se veía bastante fuerte nos gritó desde su silla de ruedas eléctrica, irónicamente decorada con banderas tibetanas y símbolos de paz, porque estábamos sentados en la banqueta. Nos movimos de inmediato y movimos también nuestras cosas para abrirle paso, discuplándonos. Ella nos miró con odio y nos dijo que debíamos estar avergonzados de nuestras acciones y que si en verdad lamentábamos la inconveniencia, no volveríamos a sentarnos ahí. Uno de mis amigos respondió diciéndole que nos habíamos movido por ella y que no había necesidad de ser grosera. La viejita se enfureció aún más ante estas palabras y retrocedió de nuevo, casi atropellándonos, asegurando que iba a reportarnos con el gerente de la tienda por vagabundeo. Agarramos nuestras mochilas y caminamos a la plaza, no queriendo causar problemas. Un tipo pasó en su camioneta y nos gritó desde la ventana: "¡consíganse vidas!"

Lo gracioso del asunto es que precisamente en Arcata y alrededores, y precisamente en esta temporada, todos estos "hippies" (muchas veces provenientes de lugares tan remotos como Japón y España), están buscando trabajo y contribuyendo a la ecomía del mundo.

Parece ser un poco de envidia. Mucho resentimiento. Desde el punto de vista de estas personas, sus impuestos están pagando por las vidas de gente que no contribuye al sistema. Después de todo, ellos piensan, son sus impuestos los que pagan por las banquetas y los parques donde nosotros nos sentamos. Son sus impuestos los que pagan el salario de los policías que nos multan por tocar música. Sus impuestos los que pagan por los Servicios de Bosque y el aumento de seguridad en los Encuentros Arcoiris. Dinero, dinero, dinero. Pero seguido olvidamos que el dinero es sólo una herramienta y que los recursos que ese dinero compra están siendo arrancados sin compasión de países "pobres" que no se pueden defender. Como el desastre minero en Centro América, para que podamos remplazar nuestros celulares cuando un nuevo modelo esté disponible...

La discusión sobre los vales de despensa es gran parte de este tema. Es por eso que gente como Suelo no los usa. Para aquellos que están en países donde no se usan, los vales de despensa en Estados Unidos, en inglés "Food Stamps," "EBT," o "SNAP," es un programa de gobierno que ayuda a gente de bajos ingresos (o sin ingresos) dándoles una pequeña cantidad de dinero al mes que sólo se puede utilizar para comprar comida no preparada. En algunos lugares, como LA, existen programas especiales que permiten utilizar dichos vales para comprar comida rápida u otros platillos calientes, pero en la mayoría de los lugares es sólo para despensa. Los mercados locales en algunas áreas dan un poco de dinero extra cuando conviertes el dinero electrónico en vales físicos, y en San Diego hay incluso un par de mercados que duplican el valor de los vales de despensa para alentar a la gente a comer comida fresca y saludable.

¿Por qué aceptar ayuda de un gobierno que decimos rechazar? Para empezar, porque necesitamos comer y aunque muchas veces los basureros estan llenos de abundancia, algunas otras veces están sólo llenos de transgénicos. O cerrados con candado. Adam discute el punto de que la mayoría del dinero que se paga en impuestos se gasta en guerras, y que él no ve problema alguno con tomar un poco de ese dinero y usarlo para alimentar gente. Si pudiera tomar todo el dinero que se gasta en guerra y utlizarlo en lugar de eso para alimentar a la gente, lo haría. Y creo que muchos estarían de acuerdo con eso. Personalmente, por un tiempo me sentí incómoda utilizando vales de despensa (yo no los recibo porque no soy ciudadana, pero Adam y la mayoría de mis amigos en Estados Unidos usan este programa), pero ahora los veo más bien como una herramienta para accesar productos que normalmente no podríamos consumir, como chia y el "lujo" de comer comida orgánica. Pero no quiero depender de esto y especialmente ahora que vamos a tener un bebé quisiera ser lo más coherente posible. Porque una cosa, al menos en mi caso, sigue siendo cierta acerca de los argumentos llenos de odio de la gente que resiente nuestro estilo de vida: no estoy dando ni produciendo tanto como podría. Desde el año pasado empecé a sentirme un poco insatisfecha de viajar solo por viajar y creo que ahora es momento de comprometerme con proyectos fuertes para ayudar a crear el mundo con el que sueño.


Tenemos varios amigos que estan planeando ir a México este año para viajar e involucrarse en proyectos. Adam y yo queremos establecernos en algún terreno donde podamos cultivar nuestra propia comida y construir algo. Este año he aprendido mucho sobre plantas y hierbas medicinales y aunque no tengo nada que certifique mis conocimientos, estoy emocionada de compartirlos y seguir aprendiendo al respecto de ese tema. No sé que tanto tiempo vaya a tener al principio con un pequeño ser necesitando toda mi atención, pero tengo grandes ilusiones de empezar, poco a poco, a dar más y más. Me gustaría enseñar inglés a niños en la comunidad donde terminemos estableciéndonos, y ayudar a mujeres embarazadas a recobrar la confianza en la fuerza y sabiduría de sus cuerpos, orientarlas para que aprendan a nutrirse con buena comida y hierbas. También quisiera empezar un proyecto para traducir zines y empezar una biblioteca de información anarquista. Tengo estos y muchos otros sueños para propagar los mensajes que han estado inspirando mi vida por los últimos  años: rechaza la indoctrinacion de la imposibilidad, toma lo que necesitas, da lo que puedas, siempre ama.

Esto es lo que está pasando ahora en mi vida y mi mente... Estaremos en California por un par de semanas mas, esperando la llegada de bebé. La fecha estimada de parto es el 26 de noviembre. Después emprederemos el camino a México, o quizá más al sur dependiendo de como se vayan dando las cosas.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Un viaje distinto: El embarazo como tiempo de cambio

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí.
Muchas cosas han pasado en los últimos meses: encuentros milagrosos, viajes, aprendizaje, bodas, sorpresas, lecciones de vida, etc.
Adam y yo en nuestra boda del Rainbow.
Mi silencio no se debe a falta de cosas que contar, sino quizá a timidez.

Mentiría si negara que desde la última vez que escribí mi vida ha estado girando alrededor del ser que crece dentro de mi y las muchas preparaciones y aprendizaje necesarios para el evento que pronto cambiará mi vida y la de mi pareja.
 
No quise y aún no quiero convertir este blog en un blog sobre embarazo (no tengo nada en contra de dichos blogs, me parecen de hecho muy inspiradores), pero lo único sobre lo que quería escribir era sobre el embarazo.

He estado leyendo Ina May Gaskin, Aviva Romm y algunos otros autores que promueven embarazos y partos naturales. También he estado leyendo blogs, historias de nacimiento y diferentes opiniones sobre embarazo y maternidad.

Y no es hasta ahora, ya con seis meses de embarazo, que me atrevo a reconocer dos grandes razones por las cuales no he continuado este proyecto del blog:

1. Miedo.

Durante los primeros meses de embarazo tenía miedo de hablar con mis amigos y familia sobre el tema porque me temía un aborto natural o alguna otra tragedia. No quería emocionarme demasiado.

Desde que supe que estaba embarazada he tenido claro que quería evitar los doctores, hospitales y medicinas a todo costo. Mis experiencias con esas cosas han sido casi siempre negativas y a pesar de que no sabía mucho sobre partos, había escuchado algunas historias en el pasado que me habían inspirado.

La primera vez que tomé conciencia que el parto podía ser algo distinto al dolor agonizante del que siempre había oído, fue cuando platiqué con la hermana de uno de mis amigos de la universidad, que había tenido a sus bebés en agua. A pesar de que no entramos mucho en detalles, me contó de quedarse dormida entre contracciones en un jacuzzi cómodo y relajante, y describió las contracciones como sensaciones intensas, pero no dolorosas. Me impresionó mucho escuchar esa historia. Siempre había pensado que el parto era el máximo exponente de dolor en la vida e incluso recuerdo preguntarle a mi mamá cuando era niña "¿qué duele más, tener un bebé o que te disparen con una pistola?"

Mi querido hermano del Rainbow, Sam, también me había contado que su hermana biológica había tenido un "parto orgásmico," sola, en una cabaña en algún bosque en Canadá. Pero de nuevo, como en ese momento yo no estaba tan interesada en el tema, simplemente guardé la historia en algún rincón de mi mente como recordatorio de que si otras mujeres podían disfrutar la experiencia, yo también podría cuando me llegara el momento. Sinceramente no pensé que mi momento llegaría tan pronto.

Al poco tiempo después de saber de nuestro embarazo, Adam y yo decidimos viajar a México de nuevo y por obra de la maravillosa sincronía universal conocimos a nuestra amiga Katee en Baton Rouge y terminamos viajando con ella de ride desde San Antonio hasta el DF (una historia que merece su propio espacio, el cual espero en algún momento poder darle).

Durante este viaje sentí mucha paranoia a cerca de muchas cosas relacionadas con mi cuerpo y la posibilidad de que algo pudiera pasarle al bebé me aterraba. Fue durante esos primeros meses que casi decidí ir al doctor, pero no teníamos dinero para pagar por la consulta ni el tiempo para investigar a fondo las opciones gratuitas. Cuando llegamos al DF nos quedamos en casa de mi amiga Ximena, donde finalmente encontramos el espacio de comodidad y cariño que necesitábamos para investigar algunas opciones. Buscando en internet encontré la película "Parto Orgásmico: el secreto mejor guardado." La película terminó de convencerme de no ir al doctor, incluso si alguien se ofrecía a pagar los gastos o si encontrábamos una opción gratuita. Decidí confiar en mi cuerpo y en la naturaleza.



Como era de esperarse, esta decisión causó mucha controversia entre mis amigos y familia. Tiene sentido que la gente que nos quiere se preocupe por nosotros y nuestro bienestar. Pero es una lástima que la sociedad nos haya entrenado para tener una mentalidad tan estrecha a cerca de la salud y de los procesos naturales del cuerpo, como lo es la gestación.
"Es que esto no se trata sólo de ti, sino del bebé," o "No creo que sea una locura, sino una decisión irresponsable," fueron algunas de las cosas que tuve que escuchar. Una vez más me siento profundamente agradecida de no tener facebook, si no seguramente sabría aún más de las cosas que la gente dice a mis espaldas.
Pero siendo tan terca como lo soy, y de alguna forma sintiéndome fortalecida por la confianza y energía que Rainbow dejó profundamente marcadas en mi corazón (¡nuestros cuerpos sanan! ¡La naturaleza funciona!), me apegué a mi decisión y seguí viajando de ride con Adam a través de Tlaxcala, Puebla, Veracruz, Michoacán, Jalisco, Zacatecas, Durango, y finalmente Chihuahua, donde tenía muchas ganas de visitar a mi mamá por segunda vez en el año. Durante el viaje recibimos muchas bellas manifestaciones de hospitalidad, las cuales quisiera describir a detalle, pero no quiero salirme mucho de tema del cual necesito escribir en este momento. Vale la pena mencionar a María, César y Marco, quienes nos acogieron en su hogar en Chignahuapan, a Lizzette y Jorge, quienes nos inspiraron a soñar un futuro en Coatepec, y por supuesto a mi querida hermana Minerva, que siempre me recibe con los brazos abiertos (siempre y cuando me bañe cuando llego a su casa).
Durante todo el viaje Adam y yo pasamos por una tremenda tormenta emocional. Adam se enfermó muy gravemente, al punto (le dijeron los doctores de occupy medical algunos meses más tarde) de casi morir. Tanto él como yo nos sentimos desamparados en esos momentos e irremediablemente ineptos para enfrentar la tremenda tarea de cuidarnos el uno a otro y a nuestro bebé.
El/la bebé parecía además una idea muy abstracta. A pesar de que cada semana buscábamos en internet la descripción de su desarollo, todavía no podíamos sentir sus movimientos y a veces parecía que todo era un sueño loco del cual estábamos a punto de despertar.
Me sentí muy feliz cuando finalmente llegamos a Chihuahua y mi mamá me sorprendió una vez más demostrando lo abierta y adaptable que realmente puede ser. Le enseñé la película del parto orgásmico y reflexionamos juntas a cerca de sus embarazos. Se dio cuenta de que quizá no soy tan irresponsable como parecía cuando le dije por primera vez que no quería un parto en el hospital. De todos modos insistió en hacerme un ultrasonido con la máquina de su clínica veterinaria, y vimos por primera vez la imagen de nuestro/a bebé pateando y moviéndose.
Los ojos de Adam se llenaron de lágrimas y mi mamá estaba llena de dicha. Pocas veces la he visto tan feliz como es día. Era demasiado pronto para saber con el ultrasonido si nuestro bebé es niño o niña y esa fue una de las razones por las cuales nos sentimos cómodos con el proceso. No es tanto que esperemos la "sorpresa" sino que el género no nos importa mucho y no queremos empezar a prejuzgar a este ser. De cualquier forma planeamos criarlo/a de la misma manera sin importar las particularidades de su cuerpo.
Mi mamá también insistió en hacerme algunos exámenes de sangre para que nos aseguráramos de que no tengo anemia o alguna otra complicación. A pesar de que mis resultados salieron perfectos tuve que lidiar con muchos desacuerdos por parte de un viejo amigo sobre las decisiones que estoy tomando durante mi embarazo. Él (muy amablemente) quería regalarme píldoras de ácido fólico y me explicaba constantemente las cosas que sus amigos doctores decían que se debían hacer y no hacer durante el embarazo y parto. "Pero como muchas espinacas, acelgas y otras hojas verdes. No necesito ácido fólico artificial, muchas gracias," fue mi respuesta que él recibió un poco como insulto.
Cuando supo de mis planes para un parto natural sin drogas me dijo "¡Quiero estar ahí para escucharte gritar!" Traté de mantener una mente abierta y tomarlo con humor, pero me di cuenta que estaba acumulando un poco de resentimiento contra el escepticismo con el que me estaba enfrentando. Es un poco difícil no tomarlo como algo personal. ¿Por qué estaría la naturaleza en contra mía? ¿En contra de todas las mujeres? Siempre he sido fuerte y saludable, incluso en mis años adolescentes de comer porquerías y aún más ahora que cuido amorosamente mi nutrición. He pasado por periodos aterradores durante el embarazo, donde temo que todos los demás tengan razón, donde dudo mi cuerpo. Los imagino en gestos de desaprobación y tristeza mientras lamentan alguna catástrofe relacionada conmigo o mi bebé: "Se lo dije, pero no me hizo caso... Si hubiera ido al doctor..."
Perry, Lauren (con Clementine en brazos) y Kaleb. Camino a Montana. Lauren y Kaleb tuvieron a su bebé en casa, ellos solos. Ambos tenían 18 años y fueron una gran inspiración para nosotros.

Ese miedo fue una de las razones por las cuales no había escrito en tanto tiempo. Tengo miedo de alabar y promover el embarazo intuitivo y el parto natural sin drogas y terminar con una cesárea de emergencia o algo aún peor. 

La segunda razón de mi silencio es un poco más difícil de explicar, pero lo voy a intentar...


2. El dilema feminista: ¿vergüenza?
En mis años de preparatoria y universidad solía pensar que tener un bebé arruinaría mi vida por completo.
Recuerdo el sentimiento de alivio al graduarme y el pensamiento (que expresé a algunos de mis amigos cercanos) de que aunque sería complicado e inconveniente para mi embarazarme en ese momento, ya no sentía que arruinaría mi vida.
Han pasado más de tres años desde entonces. Me mudé al DF, trabajé en la industria de cine, conocí a un montón de mis ex-héroes, viajé a Europa, viajé sin dinero, viajé en tren de carga, viajé de ride sola por Centro América, México y Estados Unidos. ¡Tengo 26 años! Me sorprendió mucho darme cuenta de que muchos de mis amigos y conocidos reaccionaron a mi embarazo (o quizá al embarazo en general) como si fuera una adolescente que ahora no podría terminar la preparatoria. Mi abuela dijo: "claro, viajando sola... Obviamente algo así iba a pasar."
Por muchas razones distintas, mucha gente aún piensa que tener un hijo es la mayor tragedia del mundo.
Digo, hay muchas caras de esta discusión... Fui a la universidad en Nueva York, donde la edad promedio para tener tu primer bebé es probablemente 35 años (al menos entre universitarios), pero crecí en una ciudad donde el propósito de vida de muchas mujeres se resumía en casarse y tener hijos.
Siempre me he considerado feminista, desde que era niña, y pasé por una etapa de no querer tener hijos para diferenciarme de la idea de que las mujeres existen simplemente para gestar y parir. Además solía considerarme a mi misma irremediablemente egoísta y no podía imaginar dar tanto de mi tiempo y mi ser a una criatura que dependiera por completo de mi.
Durante la universidad leí a Simone de Beauvoir y aunque no creo haber entiendo por completo entonces, tengo un recuerdo ambiguo de haber interpretado sus textos con la conclusión de que "negar nuestra feminidad con el propósito de alcanzar la igualdad es auto-mutilación."
Y quizá estoy simplemente tratando de culpar a alguien o algo para poder reconocer finalmente que he estado lidiando con un sentimiento muy extraño de vergüenza al hablar o escribir sobre embarazo.
Una de mis muy queridas amigas de Rainbow me confesó que se sentía incómoda con el tema porque todas mujeres embarazadas que conoce parecen de pronto no poder hablar de ninguna otra cosa.
Supongo que el miedo a la pérdida de identidad es muy natural al pensar en la maternidad y para la gente que vive preocupada por sus carreras y el "éxito" profesional el miedo puede ser aún mayor.
Incluso cuando hablamos de la labor de parto el movimiento feminista ha tenido un impacto profundo. Después de haber oído todas sus vidas que la principal diferencia entre el cuerpo femenino y masculino (la capacidad de gestar y dar a luz) tenía forzosamente que manifestarse con tortuoso dolor, muchas feministas aceptaron los medicamentos y drogas durante el parto como un gran símbolo de emancipación, igualdad y libertad.
En lugar de aprender a observar las sensaciones únicas del parto como una fuerza de vida incomparable y poderosa, culturalmente las hemos entendido como un "castigo" (¡qué no merecemos!) y por tanto las hemos rechazado, aceptando sedantes que acallan las voces de nuestros cuerpos.
Recientemente terminé de leer "Embarazo Natural: Hierbas, Nutrición y otras opciones Holísticas," de Aviva Romm. Encontré una gran fuerza e inspiración en esas páginas para liberarme del extraño sentimiento de vergüenza que había estado viviendo. Me tomó un poco de tiempo, pero ahora veo el embarazo como un proceso empoderador, enriquecedor y muy bello que me ayuda a descubrir y apreciar más mi feminidad.
Hay algunas diferencias innegables entre hombres y mujeres. Nuestros cuerpos son parte de nuestra facticidad. Sólo una persona nacida en un cuerpo femenino puede vivir la experiencia del embarazo, la cual es un proceso misterioso, mágico e incluso psicodélico.


Me he dado cuenta más que nunca como somos verdaderamente UNO. Al llevar este ser dentro de mi estoy cargando una parte de mi, de Adam, de nuestros ancestros y familias. Pero al mismo tiempo este ser es su propia persona, única, con su propio destino y vida por vivir. Me acuerdo un día que estaba sentada junto a Adam dentro de nuestra tienda de acampar en algún terreno baldío de camino a Nevada. Vi su cara de reojo y tuve una visión extraña. Pensé en como nuestro hijo o hija sería probablemente algún día adulto/a, viajando por su propia cuenta, y sentí una fuerte sincronizidad, como si pudiera ver el futuro. He escuchado tantas veces del tiempo siendo cíclico y no lineal y de pronto toda la fuerza de mi cuerpo como un portal interdimensional conectando esos dos momentos en el tiempo me pareció evidente.
Ok, tal vez estoy entrando en temas demasiado abstractos, pero el punto es... Ha sido un proceso extraño, pero el embarazo definitivamente me ha fortalecido y me enseñado a celebrar mi cuerpo y a mi misma com mujer. Creo que antes de esto había intentado encontrar un poco más mi fuerza feminista en características percibidas como esterotípicamente masculinas.
Y por supuesto no estoy diciendo que las mujeres que no pueden tener hijos o que deciden no tenerlos son menos femeninas o menos "mujeres", pero definitivamente he aprendido a valorar y sentirme orgullosa de un tipo distinto de creatividad que en el pasado había despreciado o quizá simplemente subestimado, probablemente por razones personales, pero también por las tendencias de nuestra sociedad a pintar todo en blanco y negro.



Supongo que lo que estoy tratando de decir es... ¡Hey! Tengo muchas cosas en la cabeza, corazón y todo mi cuerpo y a veces no sé bien como expresarlas, pero se siente bien finalmente ponerlo todo por escrito. Y como siempre, no estoy casada con ninguna de mis ideas, siempre hay espacio para cambiar, cambiar y cambiar, como todo a mi alrededor siempre lo hace.

Y bueno, como algún tipo de conclusión: cuando estaba en San Francisco hace poco más de un mes, encontré en una caja de libros gratuitos la Bhagavad Gita y como siempre había tenido curiosidad de leerla, me la llevé. Estuve leyéndola un poco antes de conseguir todos los libros sobre embarazo que han estado capturando mi atención. Cuando Adam y yo fuimos a Los Ángeles a visitar a nuestro amigo Perry hablamos un poco sobre la Gita y Perry sacó su copia para mostrarme esta imagen:



Yo me estaba un poco asustada en esos días (como me pasa de vez en cuando) de que me pasara algo a mi o al bebé durante el embarazo o el parto, y ver esta imagen me conmovió profundamente. Sentí una bella humildad al reconocer que mi cuerpo fue creado por una energía misteriosa mucho más grande que yo y que el universo sabe como crear y mantener vida. Sólo tenemos que confiar en la naturaleza. No he tenido que pensar conscientemente en ningún momento como acomodar las células que forman los párpados de este bebé, ni tampoco mi mamá tuvo que pensar en esos procesos cuando yo estaba creciendo en su vientre. Lo único que puedo hacer es nutrir mi cuerpo y mi espíritu y saber que lo que sea que suceda en este proceso es parte de un ciclo mucho más grande que tú y yo.



martes, 16 de abril de 2013

La tierra de los libres





"Porque recibes por lo que pagas. Paga mucho dinero y consigues una vida cara. Toma lo que es gratis y recibes libertad."
- Off the Map, Crimethinc

Como sucede con muchos planes, la idea de quedarme en Chihuahua para empezar un grupo de Comida No Bombas cambió.
El norte me llamó de nuevo y me sentí por un momento atrapada en un largo y confuso Dejavu, pasando una y otra vez por las mismas ciudades, las mismas carreteras.
En parte mi regreso a Estados Unidos tiene que ver con un proyecto cinematográfico. Mi amigo Jack y yo hemos estado escribiendo un largometraje desde hace un año, y acabamos de celebrar nuestra alianza creativa en Memphis, trabajando arduamente en las primeras convocatorias y documentos para conseguir fondos. Nuestra meta es tener todo listo para poder grabar la película el año que entra y por fin volver ese sueño realidad.

Pero realmente, lo más predominante en mi vida en estos últimos meses ha sido una historia de amor. Normalmente no escribo mucho sobre eso, pero no podría empezar a escribir sobre mi estancia en Estados Unidos sin una introducción adecuada.


Conocí a Adam el 2 de noviembre en Cobán, Guatemala. Había ido a la ciudad ese día con mis queridos amigos Maureen, Sam y Brian a comprar utensilios y a disfrutar algunos placeres culinarios de Babilonia, pero se nos hizo tarde tratando de conseguir cuerda y petates para nuestro campamento en Rainbow. Decidimos quedarnos a dormir en la estación de bomberos, como yo siempre lo hago. Caminando por ahí nos encontramos con Jessy y Fabián, de Estados Unidos y Argentina, quienes parecían querer ir a Rainbow también, y los invitamos a unirse a nuestros planes. Cantamos ruidosamente en la ciudad, celebrando el comienzo oficial del Encuentro Arcoiris.
Justo cuando empezamos a prepararnos para ir a dormir encontramos a Adam: un gringo descalzo con rastas y tatuajes en los dedos del pie, quien parecía absolutamente perdido. ¡Claro! ¡Seguro que él también buscaba el Rainbow! Los siete dormimos en la estación de bomberos y juntos llegamos de ride al encuentro al día siguiente.
No pasé tanto tiempo con Adam en Guatemala. Él se sentía intimidado por las rápidas conversaciones en español en el campamento y a pesar de haber crecido en Los Ángeles y San Diego, su español era desastroso. De todos modos a veces venía a sentarse silenciosamente con nosotros, haciendo un gran esfuerzo para entender cuando Alejandra y yo lo veíamos y le preguntábamos lentamente: "¿De dónde eres?"

Dejé el encuentro de Guatemala para hacer una corta visita al DF. El plan era ver a Jack para trabajar en nuestro guión e ir a la premiere de una película.
Rompí mi record personal de viajar de ride, desde La Libertad (justo en la frontera de Guatemala y México) hasta el DF en sólo 36 horas. ¡Más de mil kilómetros! El viaje implicó dormir una noche en el frío piso de cemento en el cuarto de máquinas de una gasolinera en La Esperanza, Puebla, y después de esa noche helada y el exhaustivo recorrido, me enfermé terriblemente. Mis amigos Ximena y Jack me cuidaron amorosamente y en los cortos periodos que pasaba despierta, escribíamos. Mi cuerpo se sentía impregnado de un dolor terrible que no me dejaba mover siquiera el cuello. No tenía apetito y tenía fiebre. Pensé que tal vez tenía malaria, pero la fiebre no era lo suficientemente alta. Jack tenía un boleto de avión para volver a Nueva York en unos pocos días y más que nada por eso me sentía muy impaciente de mejorar mi salud, así que decidí tomar un antibiótico. Fue horrible. No había tomado ningún tipo de medicina en años y mi cuerpo debilitado empezó a temblar incontrolablemente, un frío penetrante se apoderó de todos mis huesos y vomité. Mis amigos decidieron que tenía que ir al hospital, pero me negué. No quería tener nada que ver con doctores. Finalmente me convencieron de ir al acupunturista, lo cual me pareció mucho más aceptable. El acupunturista me preguntó algunas cosas sobre mi familia y una vez que me relajé le conté sobre no haber hablado con mi padre desde hacía muchos años, y sobre extrañar a mi mamá, pero no verla muy seguido. Él me puso las agujas y me dijo que estaba a punto de empezar una etapa muy diferente de mi vida, pero que antes de empezar tenía que volver a casa y agradecer a mis padres por el regalo más grande que he recibido: la vida.

No creí sentirme mucho mejor después de las agujas, pero de todos modos me negué a ir al hospital y le rogué a Ximena y Jack que me llevaran a casa y me dejaran dormir. Eso fue lo que hicieron. Dormí por un buen rato y al despertar me sentí muy bien, mucho más fuerte y con energía para ir a la premiere de la nueva película de Carlos Reyganas, Post Tenebras Lux. Jack y yo habíamos estado esperando con ansias esta oportunidad.
Al día siguiente le escribí un largo correo a mi papá.


Después de una semana en el DF, Jack voló de regreso a Nueva York. Yo pasé unos días más en la ciudad, paseando con mi hermana Minerva y trabajando un poco. Conocí a un nuevo compañero de viaje, Anthony, de Francia, y nos fuimos de aventón a Palenque. Cuando estuve en Guatemala le dije a todo mundo que no iba a ir al encuentro de Palenque porque sonaba demasiado turístico, una atracción más para el caos del fin del mundo. Pero durante mi estancia en el DF me sentí fuertemente llamada a volver a Rainbow. En los delirios de mi fiebre creía escuchar las canciones del círculo sagrado y soñé muchas veces con esas bellas caras pintadas bailando al rededor del fuego.

Cuando llegué al encuentro la única cara conocida que encontré fue la de Adam. Tenía un punto rojo pintado en la frente y sus grandes ojos azules se abrieron aún más al verme. Nos abrazamos y hablamos por unos minutos.
Desde ese día, nos seguimos encontrando cada vez más, pasando más y más tiempo juntos. Nos enamoramos bajo las estrella, escuchando las profecías de los Hopis sobre la Nueva Era y mirando cerca del horizonte la estrella que brilla azul y rojo.
Dormimos juntos bajo un árbol en la lluvia y tomados de las manos entramos por las puertas de las ruinas pagando sólo con un Om el 21 de diciembre. Me contó que estuvo enfermo al mismo tiempo que yo, con los mismos síntomas, mientras estaba en Guatemala, y sobre la extraña visión que tuvo de ir a China, cambiar su estilo de vida y raparse.

Unos días después Adam voló de regreso a California para la boda de su mamá, pero me prometió volver a Chihuahua en un mes para verme. La despedida nos supo a incertidumbre y tuve que repetirme una de mis citas favoritas de Camus: "No hay amor noble mas que aquel que se reconoce a si mismo como corto y excepcional." Así es la vida...

Después del encuentro partimos en una caravana de 15 personas, un perro y un gato, viajando de ride. Pero no pasó mucho tiempo antes de encontrarme viajando sólo con mis queridos amigos (y en verdad ahora familia) Sam y Arianna. Juntos cruzamos todo México en un mes.


El primer día de febrero llegó y mi esperanza de ver a Adam de nuevo empezaba a morir cuando el teléfono en casa de mi mamá sonó. Escuché su voz diciendo que estaba en Chihuahua y que no sabía como llegar a mi casa. Sam, Arianna y yo fuimos a recogerlo y desde entonces no he pasado un día lejos de él.

Su estilo de viaje es un poco nuevo para mi. Adam ama viajar en trenes de carga y aunque he acampado muchas veces en ambientes urbanos en el pasado, siempre he tenido tienda de campaña. Él considera las tiendas de campaña innecesarias y gracias a la confianza que me ha dado, me encontré por primera vez durmiendo realmente bajo las estrellas, en algún tranquilo pedazo de pasto. La experiencia fue enriquecedora. ¡Vivimos realmente en el mundo!
Despertar y no ver paredes a nuestro alrededor es realmente liberador. Viajé por primera vez en tren de carga de Nueva Orleans a Memphis con Adam, quien nunca deja de sorprenderme con su habilidad para conseguir todo gratis. Nada puede detenerlo. Ha estado haciendo esto desde que tiene 16 años.



Como de costumbre, Estados Unidos me trae sentimientos mezclados. Por un lado, encuentro por todos lados gente con la que me siento conectada, quienes están llenos de recursos, conocimientos y motivación. Por otro lado, las leyes son más que ridículas y parecen volverse peor y peor cada día. ¿Estoy respirando demasiado aire? ¿Cómo que no puedo sentarme en la banqueta? Es rutina que nos corran de lugares. Me acuerdo que cuando Sam caminaba por las calles de Morelia la gente los miraba con curiosidad y sorpresa, pero nunca nos corrieron de ningún lado. En Estados Unidos la mayoría de los lugares pueden corrernos por no tener zapatos. E incluso si no estás haciendo nada contra sus reglas, los letreros de "No Loitering" (no vagabundear) abundan. El concepto parece ser: si no tienes dinero y no vas a consumir, no queremos que existas cerca de nosotros. Es difícil asimilar como este país se enorgullece en su slogan "tierra de los libres, hogar de los valientes." ¿Libertad? ¡La libertad de encontrar comida gratis en la basura, quizás! ¡Consumismo gratuito! Tanto consumismo que le permite incluso a los indigentes ser consumistas. En eso pensé cuando encontramos más de 60 libras de donas en la basura y me di cuenta de que estábamos tomando más de lo que necesitábamos.
La gente ve a dos mochileros sentados a un lado de la carretera tocando guitarra y ¡BAM! de pronto nos encontramos un par de dólares más ricos, bien alimentados y en camino al siguiente pueblo. Es una cultura muy interesante que todavía no logro entender.


Después de pasar casi dos semanas en Memphis, Adam y yo salimos rumbo a Georgia a hacer un curso de Vipassana. Cruzamos Mississippi, Alabama y Georgia enfrentando tormentas, inundaciones e incluso conciertos cristianos. La gente nos recibió casi siempre con curiosidad y amabilidad, y la pasamos muy bien. Y después, la gran sorpresa llegó.
Tres días antes de empezar Vipassana estábamos en Perry, Georgia, cuando nos enteramos ¡qué vamos a ser padres!
Por supuesto, es un gran shock, pero Adam y yo estamos felices y emocionados. Esta noticia trae muchas preguntas a nuestras vidas y mientras nos sentábamos afuera de un Wal-Mart con nuestros instrumentos, abrazándonos y llorando de felicidad y confusión y emoción y miedo, el mundo entero parecía estar cambiando a nuestro alrededor.
Hacer un curso de Vipassana justo después de enterarme de mi embarazo fue una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. ¿Cómo puedo concentrarme en el momento presente cuando tengo que empezar a pensar en el futuro por primera vez en mi vida? Pero definitivamente fue lo mejor que puede haber hecho en ese momento. Me ayudó a tranquilizarme, a mirar hacia adentro, a dejar que mis sentimientos maduraran en soledad y silencio.

De pronto, el círculo se completó: Las palabras del acupunturista, las pláticas sobre la energía femenina de la nueva era, la inesperada lectura de mano de un hondureño muy amable en Katy, Texas, el panfleto de Peace Pilgrim que encontré en Nueva Orleans, Cartas a un Poeta Joven...
No recuerdo exactamente donde leí estas palabras, pero hablaban sobre observar la naturaleza y ver como la oruga no ansía convertirse en mariposa. Ni siquiera sospecha que es ese su destino. Pero cuando el tiempo llega, la transformación simplemente sucede. Así me sentí. Antes de ir a Rainbow la idea de tener un hijo (o hija) me aterraba. Mi mente estaba llena de restricciones. Pensaba que si me embarazaba nunca podría volver a viajar y no podía siquiera imaginar lo que sería criar un nuevo ser en un mundo tan loco como este. Pero luego conocí a Meadow, una niña de 5 años con una mente brillante, quien viaja con su mamá al rededor del mundo. También conocí a Cornelia y Dennis, de Lituania, quienes estaban viajando de ride con su hija de 2 años por Centro América. Conocí muchos otros niños y padres que son maravillosos, bellos, inteligentes, libres e inspiradores, criados fuera de las convenciones de la sociedad.


Me doy cuenta de que es el momento correcto, y aunque Adam y yo no tenemos mucho que ofrecer en cuestión de bienes materiales o estabilidad económica, podemos ofrecer la libertad que hemos ganado en los últimos años. Una libertad que viene de confiar en el universo y saber que a pesar de las noticias, la civilización, la guerra y el miedo, hay aún en el mundo muchísima bondad, amabilidad, fraternidad y abundancia. Sabemos que no va a ser fácil, y sabemos que vendrán muchos grandes cambios, pero lo vemos como una oportunidad más de crecer. Vamos a tener un(a) pequeña(o) nueva(o) maestro(a).

Estamos tomando muchas decisiones importantes en estos días y estamos felices de tenernos el uno al otro y los muchos amigos que seguimos encontrando en nuestro camino cada día.
Estamos planeando casarnos probablemente en agosto, probablemente en Montana, y nos encantaría estar rodeados de nuestros queridos amigos para esta celebración. Así que, mis queridos, queridos, queridos amigos al rededor del mundo, si cabe en sus planes de viajes para el verano, me encantaría verlos en agosto.



viernes, 1 de febrero de 2013

El Paraíso en la Otra Esquina: El sueño imposible

Las cascadas y montañas se convirtieron en selva y en cielos estrellados con cometas de colores imposibles. Una nueva era empezó con misiones secretas, puertas escondidas y hermanos unidos, cantando al absurdo del dinero que exigían para dejarnos visitar las tumbas de nuestros abuelos. Nadie nos detuvo. Nadie nos detendrá ahora, porque nos seguimos encontrando los unos a los otros, y juntos somos muy fuertes. Fuimos muchos y nos mantuvimos unidos, riendo en Babilonia y sus fuentes interminables de desperdicio, cantando, gritando, celebrando la belleza de la familia que siempre fuimos pero que poco a poco hemos ido descubriendo. Después todo se volvió ciudad, carreteras, lineas amarillas en el suelo, niebla, más montañas, mapas, piojos, y los mismos brazos cariñosos y ojos brillantes de curiosidad de los muchos desconocidos que nos invitan a sus casas, nos alimentan y nos regalan palabras de aliento. Nos separamos, sabiendo que la separación es una ilusión, y que la vida nos volvería a juntar. La ciudad después se volvió playa, que iluminada bajo la luz de una luna poderosa recibía a las madres que lentas, empujaban la arena para proteger sus huevos. La playa siguió por muchos días regalándonos atardeceres imposibles, pintados de oro y rosa, soles redondos que se hundían en el mar con un grito anaranjado, mientras la luna llena asomaba a sus espaldas sobre los cerros. Niños. Niños. ¡Tantos niños preguntando, sorprendidos! ¿Dónde está tu casa? ¡Mi casa es el mundo, hermanita, y la tuya también! Ah... Más líneas amarillas volvieron la playa en desierto, en sierra, en noche, en desierto otra vez. Y el desierto nos trajo aquí... A Chihuahua. Lo que antes fue familiar y es ahora tan desconocido.



Esta nueva era me ha traído, al menos a mi, las pruebas conmovedoras de que esos sueños que llevábamos tanto tiempo imaginando no son imposibles, como siempre pensamos, sino que están tan cerca que sentimos su aliento y nuestra piel se eriza con su tacto.

¡Tanto tiempo perdido en minúsculos departamentos de Manhattan, en las calles desiertas de la Ciudad de México a media noche, en trenes nocturnos en Europa, discutiendo las interminables imposibilidades de las utopías soñadas por aquellos antes de nosotros, y las nuestras! ¡Imposible! ¿Imposible?

¿Qué es imposible?

Rainbow me dio muchos grandes regalos. Cuando llegué a encontrarme de frente con la naturaleza, con la tierra, estaba llena de miedo. ¿Y si me caigo y me lastimo? El lodo, las montañas, el fuerte y caudaloso río en el que había que bañarse, todo me asustaba. Al principio andaba con mucho cuidado, pero un día, en el río, me corté el pie con una piedra, haciéndome una herida profunda y dolorosa. No había forma de mantener esa herida seca y limpia en las albercas de lodo que eran los senderos de aquella tierra en Cobán, la región más húmeda de Guatemala. La herida de lleno de fango, y el fango curó, en unos pocos días, aquella cortada.
Claro... ¿Cómo olvidar algo tan básico? Las heridas sanan. El cuerpo se regenera.
¿Por qué tener miedo de intentar cosas nuevas? Si al fallar, aprendemos de esos errores y seguimos construyendo y mejorando lo que tenemos. Rainbow fue y sigue siendo para mí el recordatorio de que la anarquía es amor.
¡Y de que también es posible!

Muchos textos llegaron a mi con una sincronía maravillosa que me hace sonreírle a esta nueva era. Fighting for our Lives, Off the Map, muchos otros textos de Crimethinc , y una novela inesperadamente acertada de título "El Paraíso en la Otra Esquina."
Después de leer "Los Cachorros," en Nicaragua, me quedé con el antojo de explorar más las obras de Vargas Llosa y después de muchas horas en las librerías de Morelia me decidí por ese libro gordo cuya sinopsis presentaba una novela doble, la historia de dos personajes opuestos: Paul, un pintor que huye de la burguesía aburrida de París para buscar un mundo más salvaje, y por tanto más puro; y Flora, una fuerte activista de los derechos de la mujer y de los obreros, quien lucha por un mundo más "civilizado," que se revela ante las convenciones de la sociedad del siglo XIX, que reducían a la mujer a un ser de segunda clase, sin derecho a la identidad. A pesar de que los personajes son, en verdad, un poco opuestos, me identifiqué con ambos fuertemente, y sentí al terminar el libro una reconciliación profunda entre mi espíritu de creación artística y mis ganas de soñar con un mundo más justo, más amoroso, más horizontal.
Desde los tiempos de Flora Tristán, la condición de las mujeres ha mejorado a pasos agigantados y las burdas y a veces extravagantes fantasías de los primeros anarquistas se han vuelto mucho más sofisticadas y no sólo realistas, sino reales.
El mundo cambia y cambia, como los ríos que fluyen sin importar si navegamos en ellos o no. Pero, ¿hubiera cambiado así el destino de la humanidad sin gente que lucha y construye, con solidaridad y también dudas, el paraíso que nunca es perfecto?

Mirando la recta carretera en medio del desierto o la jungla o las montañas, escuché a muchos conductores preguntar... ¿Hasta cuándo vas a seguir con este subir y bajar enloquecido? En algún momento habrá que parar... que volver a la sociedad.
Yo también lo pensé así antes de Rainbow, en el que conocí a tantos mucho más locos que yo, viajando a caballo o a pie, en barco o en moto, con perros y gatos y niños y probando a cada instante que ¡NO! ¡No es imposible! ¡Las únicas limitaciones son las que están dentro de tu mente!
No me caso con la idea de viajar. Ni tampoco puedo saber como me voy a sentir mañana o en tres años, en diez años, pero por ahora no veo razón alguna para volver a la monotonía del trabajo, de las convenciones, de la sociedad.
No eres tú, Babilonia, soy yo.
Y somos muchos los que soñamos con ese paraíso, que no es fácil, donde podamos crear, donde podamos abrazar desnudos la tierra, donde podamos ser hermanos aún si nuestra energía no coincide, donde no haya jerarquías ni opresión ni esclavitud.
El siguiente proyecto a corto plazo: Comida No Bombas Chihuahua.
A seguir soñando el sueño imposible, hasta que se haga realidad.

sábado, 20 de octubre de 2012

Semillas para un hogar


De aventón en aventón fui avanzando hasta Belice y de regreso en menos de una semana, mordida por mil mosquitos y dándome la oportunidad de asomarme apenas un poco a este pequeño país de habla inglesa que colinda con México. Realmente necesitaría bastante más tiempo para poder tener una opinión real de esa tierra, pero lo cierto es que encontré mucha gente maravillosa, entre ellos una cálida familia de rusos de gran corazón y fuerte determinación, quienes compartieron su hogar y su granja conmigo.

Al volver a Guatemala recibí el último jalón del día de un trailero y su familia entera y me tocó irme en la parte de atrás de un trailer lleno de dulces, con las piernas colgando hacia la ruta y varios entusiastas compañeritos de aventura. Otro bellísimo atardecer Centroamericano y... Llegué una vez más a San Benito.

De alguna forma los bomberos me convencieron de ir a Tikal. Generalmente trato de evitar lugares turísticos, pero Tikal valió la pena por muchas razones distintas. Los animales caminaban por los senderos junto a los visitantes y para mí, la mayor dicha fue encontrar cientos de árboles de Ojoche, que aquí se llama Ramón, aquella semilla que tuve la oportunidad de probar en Ometepe con los Lnuks y que se cree fue la base de la alimentación Maya.
Pasé una buena cantidad de tiempo caminando por la ruinas recolectando las semillas para cocinarlas después, y también algunas pequeñas que empezaban a germinar.

Fue un día muy hermoso que sirvió como recordatorio de tomarme mi tiempo para disfrutar las cosas a mi alrededor en vez de sólo correr torpe y apresurada a mi siguiente destino desconocido. El atardecer en el lago de Peten fue la vista desde la camioneta que me llevó de regreso a la estación de bomberos en San Benito, y tuve tiempo para reflexionar sobre los últimos meses y en verdad, sobre el último año, desde que empecé a viajar de ride a descubrir las muchas capas de significados que tiene la palabra libertad en mi vida.

A la mañana siguiente dejé San Benito temprano por las mañana para recorrer la ruta que pasa por La Libertad hacia Cobán, tratando de encontrar el Rainbow Gathering del que había estado escuchando durante tanto tiempo desde que empecé a viajar en los Estados Unidos al principio de este año.

Un ex-trailero me dejó en el kilómetro indicado en las instrucciones que alguien me pasó por mail y de pronto estaba ahí... junto a un río de un azul increíble, rodeada de naturaleza y sin escuchar un sólo sonido que no fueran aves y viento.
No estuve tan segura de estar en el lugar correcto porque justo arriba del dibujo del arcoiris que daba la bienvenida a los visitantes, había un letrero que decía "Prohibido el paso, propiedad privada."
Pero seguí el camino, esperando que no fuera a salir nadie con una escopeta.

Me sentí bastante aliviada cuando vi las primeras tiendas de acampar y aún mejor cuando los vi. Debajo de una lona azul, un montón de gente de todas las edades agitaron las manos y gritaron "¡Bievenida a Casa!"
Algunos me abrazaron y me sentí muy feliz de encontrarme con Jordan, a quien había conocido antes en Vipassana.
No tenía idea en ese momento de que tan ciertas eran esas primeras palabras con las que me recibieron... Estaba, en verdad, por fin llegando a casa.


Meditar, cantar, cocinar, jugar, nadar, pintar, enseñar, trabajar y estar en la naturaleza son sólo algunas de las cosas que me han tocado hacer hasta ahora en este campamento semilla.
Después de sólo un par de días de amar a estos bellos desconocidos me di cuenta de que sí, me sentía en casa por primera vez en mucho, mucho tiempo.
Este precioso lugar mezcla la increíble riqueza cultural y natural de Guatemala con los esfuerzos sin fronteras y sin etiquetas de esta gente que se une en un encuentro de amor y comunión.
¡Estamos construyendo una aldea temporal! ¡Y es un trabajo duro! ¡Limpiar maíz, cortar madera, hacer caminos, contruir cosas! Y todo esto con el propósito de construir juntos este hogar al que soñamos volver... Viajeros, creadores, agricultores, gente con todo tipo de búsquedas espirituales, que vienen de todos lados del mundo: en camiones, barcos, aviones, caminando, todos unidos para esto... el nuevo comienzo que esperamos para la humanidad.

Nuestros vecinos de las comunidades Quechi han venido a visitarnos un par de veces y me parece muy inspirador ver a gente de culturas y tradiciones tan distintas compartiendo nuestro amor por la tierra y la naturaleza, estos padres que nos mantienen con tanto amor y paciencia. Aceptándonos todos como hermanos.
Gabriel, el guardián de la finca, recibió con alegría las semillas de Ramón que empezaban a germinar y estaba emocionado de plantarlas  y ver si el majestuoso Ojoche crecería en aquel clima un poco más frío.

Pensé que vendría a este encuentro sólo un par de días y planeaba regresar a México la próxima semana, pero ahora que encontrado este hogar, no creo que vaya a ir a ningún otro lugar. Estoy exactamente donde debo estar.




martes, 9 de octubre de 2012

La revolución será feminista o no será

Una madrugada exhaustiva, recorriendo montañas rodeadas de niebla y cubiertas de maíz, me recibe de nuevo en Guatemala.

He pasado las últimas semanas explorando Nicaragua y Honduras, y por fin ayer crucé de nuevo a tierras chapinas, en las que a pesar de estar en departamentos que no he explorado, me siento un poco más en casa.

La vida va mucho más rápido de lo que pueden teclear mis dedos, y una vez más han pasado muchas cosas que quisiera contar y recordar. Recordar y contar...

¡Dos noches atrás, en la cima del mundo!

¡Agachate! -- me gritaban, -- ¡Esquivá las ramas!
Árboles y nubes y el aire fresco en el techo del camión de bomberos, aquella unidad amarilla que montamos como héroes que han domado un fiero animal.

Nunca he montado un tren de carga, pero me imagino que se siente algo más o menos así.

Una camioneta detenida esperaba a la orilla de la ruta y el conductor, sin un momento de duda, se orilló con un movimiento brusco y ellos: veloces. A penas tengo tiempo de darme cuenta que pasa cuando ya los veo a todos con sus camisetas amarillas empujando fuerte, fuerte y las luces de aquel auto prende y ¡¡¡ram!!! ¡El motor arranca y el conductor celebra con un claxonazo festivo y ruidoso, que suena como un caótico concierto de trompetas desafinadas.
Kurt Vonnegut siempre alabó a los bomberos en sus libros. ¡Y cómo no hacerlo! Es inspirador ver a la gente ayudándose los unos a los otros así. Compartiendo todo lo mucho o lo poco que puedan tener.
¡Ah! ¡Wa! ¡Agh! Enloquecidos y felices con ese viento.
¡Se aprende mucho en la calle, me dice uno de ellos!

Lo mejor de andar de ride es esto. Que uno termina en lugares inesperados, conociendo gente que uno nunca hubiera conocido si no fuera por la adicción y casi devoción a la incertidumbre con la que tiembla cada uno de nuestros pasos.

Jack London decía que la vida del "hobo," el vagabundo, es siempre impredecible, llena de sorpresas.

Con esos pensamientos en la mente fue que salí de Granada hace ya más de dos semanas, con rumbo general al norte de Nicaragua.

A las afueras de Masaya me levantó Carmen, una escritora nicaraguense que había hecho Vipassana hacía algunos años. Interpreté aquel encuentro como una señal para reunirme con los otros servidores de Vipassana y me dirigí más segura a Matagalpa.

Pasé una noche en la estación de bomberos de Sébaco, donde escuché mucho sobre la historia de Nicaragua y sus multiples interpretaciones.

Al día siguiente llegué a casa de Angels, la coordinadora del curso, que me recibió con los brazos abiertos.
¡Tanta generosidad y cariño!
"Yo sólo trato a la gente como a mi me trataron cuando llegué a este país."
Ella vino de España hace ya muchos años y formó en Centro América su hogar.





Matagalpa, además se ser una ciudad preciosa en medio de las montañas, con un clima casi perfecto, resultó también ser un centro cultural y de movimiento feminista muy importante.
Fue por un par de días solamente que me perdí la protesta feminista en la que varias mujeres se desnudaron frente al clero pidiendo que "sacaran sus rosarios de nuestros ovarios," pues van ya varios años que se penalizó el aborto en Nicaragua, incluso en casos de violación o embarazos de alto riesgo, debido a la presión religiosa ejercida por la iglesia sobre un gobierno que se declara "cristiano y solidario."

Lo que por suerte no me perdí, gracias a Angels, fue una hermosa presentación de teatro callejero, bajo una brillante luna llena, en la que decenas de hombre y mujeres, vestidos de negro, representaron la lucha llena de esperanza que se vive en Nicaragua por una libertad verdadera, en la que dejemos de ser carceleros los unos de los otros.
¡Qué inspirador volver a estar contacto con el arte! ¡Sobre todo aquel arte colectivo, sin egos, hecho a mano, con tanta atención al detalle y tanto corazón!
Caminando por las bellas calles Matagalpinas un slogan decoraba varias paredes. "La revolución será feminista, o no será." La importancia del movimiento feminista ha sido una de las cosas en las que más he pensado a lo largo de este año. Probablemente tiene que ver con viajar sola de ride. En Estados Unidos mucha gente lo veía como un acto suicida, pero en Centro América es casi ofensivo.                     ¿Pero no es casada usted? ¿Cómo anda así solita? Eso no debe de ser.                                          ¿Cuál es tu misión? 
¿Misión? ¿Qué podía significar aquello?
Claro, misión. Tiene que tener algún propósito tomar semejante riesgo...
Si yo fuera su esposo no la dejaría a usted andar así. Pero no se preocupe, quédese acá en Honduras, acá le conseguimos un novio, un marido.

En un hostal de Matagalpa logré intercambiar uno de mis libros por una novelita de Vargas Llosa titulada "Los Cachorros."

Más que una novela, Los Cachorros es un cuento largo, el relato de Pichula Cuéllar, un mocoso que es castrado por un perro en la infancia, y los efectos que aquella castración tienen en su vida como adolescente y adulto joven.

Me quedé pensando mucho en aquella historia mientras escuchaba a los hombres que me gritaban cosas en la calle, o los comentarios machistas que son el pan de cada día en Centro América.
"Hoy en día es difícil encontrar un mujer que se quiera casar y formar familia. Ya todas quieren andar por el mundo ahí, no más subiendo y bajando, con una cámara."
Obviamente no todas. La indirecta era muy directamente para mí.
"Lo que se necesitan son mujeres hogareñas. Hay unas que ni lavar la ropa de uno quieren."

Y me divido entre dos pensamientos constantes...
LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA, O NO SERÁ.
¿Cómo podemos aspirar a un mundo de igualdad social, si ni siquiera a nivel familia podemos tratarnos como iguales?
No digo que esté mal ser ama de casa, cocinar para los hijos, lavar la ropa. Para nada. Sólo creo que no debe ser algo impuesto. No creo que debamos ser carceleros los unos de los otros.
No creo que debamos imponernos unos a los otros este o aquel rol. La revolución debe ser feminista porque debe ser humanista. Porque debe reclamar el derecho de todos los seres de ser lo que sea que queramos ser.

"Si todos pensáramos como usted, ya se hubiera extinguido la humanidad," me dijo un tipo por ahí en Nicaragua, ofendido ante mi falta de entusiasmo por la vida de ama de casa.

Y ese es el otro pensamiento...
Después de la visita a Matagalpa fui a Estelí, a la finca de Stephen, el otro coordinador del curso.
Pasé algunos días ahí sin hacer mucho, sólo observando con tranquilidad los alrededores, haciendo chocolate a mano, hablando, charlando, meditando.

Y la meditación, el observar las cosas sin juzgarlas, me hace cuestionarme todo de nuevo.
A final de cuentas, me decía Stephen, todo va exactamente como debe de ir. Es sólo desde nuestra visión antrocéntrica que vemos problemas, pero todo es parte de un ciclo.
La lucha por energía, las jerarquías... las puedes ver entre los animales, entre las bacterias, entre las plantas.

Pero la lucha a final de cuentas es parte de nuestra realidad...

Sigo reflexionando sobre aquel pobre Pichula Cuéllar y el castrante machismo que aplasta nuestra humanidad. Pero creo que es una reflexión más entusiasta ahora, más esperanzada.

En Villanueva conocí a varias bomberas, entre ellas la pequeña Jessica, de doce años. Es verdad que muchas veces se espera de las bomberas que cocinen y ayuden más en las tareas de limpieza de la estación, pero poco a poco... A final de cuentas ellas también, cuando sonaba el timbrazo de emergencia, trepaban ágiles en la unidad y se dirigían con determinación hacia el incendio, la inundación, el panal de abejas.

lunes, 1 de octubre de 2012

Romaticismo vs. Honestidad: Un mes en Nicaragua


"Y me sigo diciendo a mi mismo sobre como voy a ser libre, y trato de pensar en cómo va a ser y todo lo que puedo ver es gente. Me empujan en esta dirección, me empujan en otra dirección - y nada los complace, y se enfurecen más y más porque nada los hace felices. Y me gritan porque yo tampoco los hago felices, y todos empujamos y jalamos un poco más."

- Kurt Vonnegut, Las Sirenas de Titán


Ya ha pasado un mes desde que llegamos a Nicaragua.

El tiempo se ha ido rápido y aquella noche oscura en la parte trasera de una pick-up, admirando la más bella tormenta eléctrica en cielo hondureño, encarrerados hacia la frontera de Nicaragua, y sintiendo que todo era perfecto, parece estar en un pasado muy remoto.



La mañana antes de entrar a Nicaragua Ben, Jenny y yo despertamos en la estación de bomberos de Choluteca. Yo me levanté temprano para ver a los bomberos (y a una bombera) hizar la bandera para celebrar el comienzo de las fiestas patrias.

Después caminamos hacia la carretera panamericana y esperamos un ride enfrente de un puesto de comida. Las mujeres que trabajaban ahí nos miraban con curiosidad. La mayoría eran amigables, pero algunas eras hostiles.

- ¿Sí sabe que nunca le van a dar un ride aquí? - me preguntó una de ellas.

- No se preocupe, somos muy pacientes. - fue mi respuesta.



 El tráfico era lento y empezamos a sentir que en verdad nunca íbamos a encontrar un ride. Pero justo cuando estábamos preparándonos para caminar a la siguiente gasolinera, una camioneta se detuvo y mientras nos apurábamos a subirnos (el conductor tenía mucha prisa) la misma mujer de antes me miró y me dijo,

- Así de injusta es la vida. Cuando ustedes vienen acá, la gente los ayuda, pero cuando nosotros vamos a sus países, nos tratan como perros.

Sin saber que contestar, sonreí a modo de disculpa y me subí al coche, pensando en sus palabras.


Y después me puse a pensar mucho en el romanticismo. Me di cuenta que me sentía culpable escribiendo historias en tono épico y haciendo videos donde todo parece ser diversión y aventura.

Hace poco leí una cita que decía "Viajar es glamouroso sólo en retrospectiva," y no puedo estar más de acuerdo.

Quemados por el sol, tristes, hambrientos, sucios, con sed, y desencantados con nuestros avances lentos, llegamos a Guasaule, frontera de Nicaragua y Honduras.
La línea de immigración era larguísima y descubrimos que teníamos que pagar 12 dólares para entrar a Nicaragua. Las fronteras son tan estúpidas...


Al salir de la oficina de immigración tratamos de encontrar un poco de sombra, pero no tuvimos suerte y tuvimos que pedir ride otra vez bajo el sol. Muy poco coches pasaban. Yo había perdido mi sombrero el día anterior y gracias al teléfono de Ben descubrimos que estábamos en la frontera equivocada, pues nosotros queríamos viajar siempre sobre la panamericana.

Finalmente un trailero nos dio ride y muy lentamente avanzó, cruzando el país hacia la frontera con Costa Rica.

Nos dejó en Nandaime, y pudimos llegar antes del atardecer al hostal de casa de árbol donde mi amigo Courtlen trabaja.

Yo yo seguía pensando y esperando que una vez que llegáramos al hostal todo iba a estar bien. Esperaba encontrar ahí un sentimiento de seguridad y tranquilidad y comodidad... Siempre pensando que la felicidad está en algún otro lugar.

Pero Ben estaba exhausto. Jenny estaba preocupada por renovar su visa. Y yo sólo seguía preguntándome una y otra vez... ¿Cuál es la diferencia entre el optimismo y el romanticismo? ¿Entre el pesimismo y la honestidad?


Nos quedamos en el hostal un par de noches y después decidí que sola o acompañada, yo quería ir a la playa. Ben y Jenny tenían sus propios planes, pero por alguna razón terminamos de nuevo los tres juntos, a la orilla de la carretera con nuestros pulgares extendidos al aire. Un padre y su hijo nos dieron un ride a Popoyo, un hermoso y callado pedazo de arena junto al océano Pacífico, donde acampamos bajo un techo de palma abandonado durante el invierno.


Este año me ha traído bellos recuerdos del comfort del océano Pacífico, con sus olas anchas, su sal, su inmensidad. Por mucho tiempo tuve algunos resentimientos hacia esas aguas, pero después de una lenta reconciliación, puedo disfrutar de nuevo saltar esas olas, como cuando era niña. Una bocanada de agua salada y...
Es noche pusimos el toldo sobre la arena y nos acostamos ahí a ver las estrellas. Y sentí fuertemente que ese momento nos pertenecía por completo.


Ben se estaba enfermando. Empezó a decirme que estaba pensando en volver a casa en Memphis.

- Este lugar es tan hermoso, y por algún motivo no puedo disfrutarlo.

Le pregunté cuales eran sus expectativas de este viaje latinoamericano. Él hubiera querido que aprender español fuera más fácil y que hubiera encontrado más gente con quien conectarse y... No sé que más.

Yo pensé en el sentimiento de vergüenza y tristeza que sentí cuando estaba en la universidad y tanta gente venía de Estados Unidos a México conmigo para grabaciones o viajes de verano, y tenían grandes y específicas expectativas del viaje y el país, las cuales eran siempre aplastadas por la dura realidad de las cosas. Y también pensé en lo feliz que me sentía cuando Jenny sonreía al viento en el sur de México, disfrutando tanto aquellos momentos y haciéndome notar la belleza de la cual he estado rodeada toda mi vida. Y ahora me doy cuenta que estos sentimientos son sólo apegos a MI país, MI cultura, MI América Latina. Ego, ego, ego. Ficción, ficción, ficción.

Jenny también tenía expectativas que no se estaban cumpliendo. Ella había pensado que seríamos sólo nosotras dos y que los recuerdos romantizados de nuestro video se repetirían una y otra vez.


Y yo quería hacerlos felices. Quería hacer a todo mundo feliz. Y no podía evitar sentirme culpable e incapaz y fallida cuando los veía a los dos molestos e insatisfechos mientras el más bello de los atardeceres se nos regalaba sobre las olas. Y una vez más, pensando que la felicidad estaba en algún otro lugar, pensé que una vez que llegáramos a Vipassana todo iba a sentirse bien e íbamos a estar finalmente seguros. Sería perfecto. Sólo era cuestión de esperar. Todo iba a estar bien.




Hubo un temblor en la playa por la mañana y lo sentimos ahí, en la arena. Yo estaba maravillada porque fue la primera vez que viví esa expresión de la tierra sin miedo. No había nada que se pudiera caer sobre nosotros. El planeta estaba sólo bostezando, estirándose, y nosotros lo estábamos sintiendo. Más tarde escuchamos que había una alerta de tsunami, así que empacamos todas nuestras cosas. Courtlen vino a vernos en una misión de rescate, pero el tsunami nunca llegó y esa noche los cuatro acampamos ahí. Fue la última noche que pasamos juntos.



Al día siguiente, Courtlen volvió al hostal. Ben y yo tuvimos una discusión con Jenny y decidimos que lo mejor era separarnos por un rato. Constantemente siento que me he vuelto tan buena en estar sola, que ya no sé como estar con otras personas.



Ben y yo salimos rumbo a Ometepe, y mientras navegábamos los caminos de tierra y dormíamos en el piso de la estación de bomberos, no podía sacarme a Jenny de la cabeza... extrañándola y sintiendo que le había fallado como amiga.

Pasamos esa noche en Rivas, donde conocimos un bombero de 18 años que nos contó muchas historias, y la mañana siguiente salimos a Moyogalpa, en la isla, a tratar de encontrar a los Lnuks, una tribu nómada de la cual Benjamin Lesage me había contado mucho.


Llegamos a su hostal exhaustos y confundidos, pero nos recibieron calurosamente. Mientras ayudábamos a transplantar árboles y arbustos, Juana nos explicaba el uso de las plantas medicinales que estábamos cargando. Usagui nos enseñó una planta que se llama chaya, que crece en el monte y puede comerse si se cocina en una olla sin tapar: una delicia verde que me hizo sentir fortalecida y más saludable. También probamos el ojoche, una semilla que también se recoge en el monte y que se cree que fue una comida importante para los antiguos mayas.



¡Había tanto que aprender en ese lugar! ¡Tanto que hacer! Cuando le conté a Juan y Usagui que iba a un curso de meditación, me dijeron que ellos meditaban con sus manos, porque en un estilo de vida tan cercano a la tierra y a la naturaleza, siempre hay muchas cosas que hacer. Y eso fue lo que hice cuando estuve ahí: medité con mis manos. Exprimiendo limones, barriendo, organizando ropa de segunda mano, cargando cajas, ordenando bicis, y más que nada compartiendo y aprendiendo de esta gente maravillosa. Sus tradiciones y sus ideas son enriquecedoras y muy bellas, y me sentí  honrada y feliz de estar ahí.


Pero también estaba preocupada por Ben... Un día despertó con fiebre y su mente estaba agitada y desorientada. Fui con él al hospital para ver si le podían hacer la prueba del dengue, pero nos dijeron que no se podía hacer la prueba hasta el quinto día de fiebre. Para ese entonces, nosotros íbamos a estar ya en Vipassana. Así que decidió descansar y tomar mucha agua y esperar a que el tiempo lo sanara...


Nuestros días en Ometepe terminaron antes de que me sintiera lista para irme, pero también estaba emocionada porque seguía esperando que Vipassana arreglara todos nuestros problemas, sin darme cuenta que por mucho tiempo había esado esperando que el siguiente momento sería el momento correcto.

Pasamos una noche en Granada con el resto de los Lnuks. Finalmente conocimos al Indio Viejo, de quien habíamos oído mucho, y disfrutamos con ellos una maravillosa cena vegana. Me sentí en casa, y sentí que seguía encontrando familia en este viaje, pero en verdad no me quedé suficiente tiempo para explorar ese mundo más profundamente, así que trato de recordarme a mi misma que no debo romantizar esas cosas.

Pensé mucho en Benjamin Lesage y lo mucho que he aprendido de él desde que lo conocí. Cuando Memphis Ben me contó sobre sus ganas de querer estar cómodo y seguro, recordé algo que el otro Ben me había dicho y lo compartí con él.

- Esta es la realidad de la mayoría de las personas del mundo. Hambre, sed, cansancio.

Y nosotros somos tan privilegiados... Y aún más privilegiados al tener la oportunidad de entender este contraste en nuestra propia experiencia.

Me dí cuenta que ya llevo un año de estar viajando.


La mañana del 12 de septiembre nos recibió en Granada y yo pensé que finalmente, finalmente!, todo iba a estar bien e íbamos a encontrar lo que estábamos buscando.


Habíamos quedado de vernos con Courtlen, y nos encontramos también con Jenny. Después de desayunar el dueño del hostal de casa de árbol, Chad, nos llevó al kilómetro 55, donde empezamos la caminata rumbo a la casa de retiros donde sería Vipassana.


Al llegar, me encontré con una gran sorpresa. Todos los servidores habían desertado de último momento, así que los profesores me pidieron a mi y a otras dos chicas que apoyáramos el curso como servidoras. Era nuesta oportunidad de crecer aún más en el Dhamma. Las dos españolas, dos coordinadores y yo éramos muy pocos para servir un curso de casi cien personas. Y aunque realmente yo sólo quería tomar el curso, sentí que había estado tomando demasiado en los últimos meses, y no había estado dando suficiente. Así que aún sin sentirme lista, pasé esos días trabajando en el curso, re-aprendiendo como dar y amar sin esperar nada a cambio.


Fue difícil darme cuenta mientras estuve ahí, pero ahora que ha pasado ya una semana desde que salimos del curso, dos aprendizajes siguen palpitando con cada una de mis respiraciones.

La primera tiene que ver con el ego. Me di cuenta de que toda esa preocupación por hacer felices a mis amigos, era sólo mi deseo de sentirme util. Uno de los discursos de la noche habla sobre este tema. Me sentía herida al saber que Ben no estaba feliz en su viaje por Latinoamérica porque atormentaba pensando en él como MI amigo, sintiéndose insatisfecho en MI tierra. Y esas dos cosas son ficción, porque nadie le pertenece a nadie y la tierra tampoco puede pertenecerle a nadie. La gente existe, la tierra existe, y todo estamos sólo tratando de encontrar nuestros caminos. Incluso MIS verdades, MIS palabras, las cuales escribo ahora no son nada más que ideas vagas que seguirán cambiando y cambiando. Me di cuenta que quiero crecer en el camino de la humildad, porque encuentro una fuerte verdad en él, y me doy cuenta también que tengo mucho trabajo por hacer.


La segunda cosa que empecé a entender tiene que ver con mis preguntas sobre el romanticismo. Cuando no podía meditar porque estaba distraída, me refugiaba siempre en la fantasía: soñar despierta. Pensaba en que una vez que terminara el curso podía ir a estos y otros lugares, viajar, explorar, caminar, y seguía haciendo lo que he estado haciendo siempre... pensando que la felicidad estaba en algún otro momento.
¡Fui tan feliz cuando viví en Nueva York! ¡O aquella noche en la parte de atrás de la camioneta, viendo la tormenta eléctrica! Y claro, esos momentos fueron felices, pero están en el pasado. El último día del curso, cuando todo mundo pudo hablar de nuevo, platiqué con Jordan, de Estados Unidos, un tipo muy interesante que ha hecho Vipassana varias veces. Cuando le conté sobre refugiarme en ese soñar despierta, él me dijo:
- Pero si quieres despertar, no es hora de soñar.
Siempre había visto esos sueños como algo tan indefenso... Pero finalmente me di cuenta que me había estado perdiendo de la belleza de tantas cosas, porque incluso en los momentos que recuerdo con mayor felicidad, seguía pensando como podrían ser mejores, o deseando que se repitieran eternamente. Nunca realmente satisfecha... Jordan dijo algo más en lo que sigo pensando. "Cada momento guarda el completo potencial para hacerte tan feliz como puedes ser, si lo vives al máximo." O algo así...

Ben se escapó del curso en el tercer día y cuando el curso terminó, él ya estaba de regreso en Estados Unidos. Me dio mucha tristeza no poder despedirme de él, pero ahora siento que no vale la pena estar triste por nada, y ahora tengo la bella oportunidad de viajar sola de nuevo. Estoy contenta con eso. Él está haciendo lo que siente que tiene que hacer, viviendo lo que tiene que vivir. Jenny se fue al norte con Jordan y estoy casi segura que los veré antes del fin del mundo. Creo que muchos caminos se cruzarán de nuevo en Rainbow Gathering al final del año.


Mientras, me siento más fuerte e inspirada ahora. He estado meditando todos los días y practicando, practicando, practicando el saborear cada instante por lo que es, sin esperar que sea algo que no es.